Camino Daimieleño: 7. PUEBLA DE SANABRIA

Sale el sol en una mañana fresca en Puebla de Sanabria producida por la humedad de los dos ríos que convergen en este pueblo. Desayunamos una napolitana y unos cafés de máquina del albergue.

Cogemos una carretera local para dirigirnos a Requejo, salimos de ella y cogimos una senda que bordeaba el Rio Castro. Estuvimos hablando un rato con un pastor de sus vacas y de otras cosas.

Poco después vimos a unos compañeros del albergue que estaban descansando en la ermita de Santiago de Terroso, para nuestra sorpresa dos de ellos tenían la sudadera de los 101 de Ronda. Hablamos otro rato y seguimos por prados y arroyos que nos hicieron bajarnos de las bicis y e incluso a tener que ayudarnos entre nosotros.

Impresionante árbol que vimos

Al pasar Requejo empezó el primer gran puerto de la jornada, el Padornelo. Un puerto largo y sin descansos de unos 10 kms y 400 mts de desnivel, en el que pasamos bastante calor. Entre Aciberos y Lubián paramos en un bonito merendero para almorzar.

Llegamos al ultimo pueblo castellano - leones, Lubián.

Y poco después empezó el segundo puerto, el de la Canda. Este era más corto pero se notaba la pesadez de las piernas. Fuimos muy tranquilos por la carretera nacional ya que va paralela a la A-6 y no tiene nada de tráfico.

Tunel del puerto de la Canda

Al llegar a coronar este puerto, entramos en Galicia y nuestro tontaco gallego (Franan) besó su querido suelo gallego igual que lo hace el Papa al bajar del avión cuando visita un país.

Después de esto, iniciamos el descenso para llegar al primer pueblo de Galicia, Vilavella.

Poco antes de llegar a A Gudiña, en Santa María de O Cañizo paramos a comer en el Restaurante Nevada, al principio no nos daba buena espina, pero fue la mejor comida del camino por solo 8 euros.

Pasamos el alto do Cañizo, que no fue para nada lo que los otros puertos y la primera localidad de importancia gallega, A Gudiña.

Al salir de este pueblo empezó un tramo que fue durísimo por la continuas subidas y bajadas acompañadas por el calor.

La zona era preciosa, con impresionantes vistas del embalse del Encoro das Portas.

Pasamos por muchísimas aldeas casi abandonadas. En una de ellas estuvimos hablando con una lugareña que nos dio un buen rato de conversación a la sombra.

Tras poner la típica piedra en una cruz de madera realizamos un largo descenso hasta Laza alternando asfalto deteriorado con pistas de tierra.

En Laza buscamos el albergue que estaba genial, prácticamente todo acristalado, con buena cocina. Los encargados del albergue, que eran los de protección civil, nos ayudaron en todo, incluso nos facilitaron material para limpiar las bicis.

Curioso cruceiro encima
de un pozo

En la habitación coincidimos con dos bicigrinos canarios que empezaron el camino en Valencia. Tras dar una vuelta por Laza, que estaba en fiestas, vimos el Brasil – Italia, cenamos muy bien en un bar y nos fuimos a descansar